17 octubre 2018

CAMPEONATO DE ESPAÑA DE CAZAFOTOSUB EN APNEA 201


El pasado día 12 de octubre tuvo lugar en aguas de Ibiza el 28º campeonato de España de Cazafotosub en Apnea, que se desarrolló en Cala Salada, en el municipio de San Antonio de Portmany, situado en el noroeste de la isla.

La delegación gallega, integrada por 8 componentes de los que 5 eran de nuestro club, se desplazó hasta el lugar entre el sábado y el lunes anterior, cargando con todo el pesado material necesario para la práctica de esta modalidad, y sin más dilación se dedicaron a hacer el cada vez más exigente reconocimiento de zona, que permitiese localizar las muchas especies que pueblan aquellas aguas. Las competiciones en Baleares siempre son un reto para los competidores norteños, pues su claridad y temperatura invitan a bajar a mucha más profundidad de la habitual, y en estas lides los mediterráneos y canarios –ausentes en esta ocasión por discrepancias con su federación- siempre cuentan con ventaja en estas zonas, dado lo habituados que están a estas condiciones. En esta ocasión, los hasta 26ºC del agua obligaban a trajes no demasiado gruesos, y la visibilidad alcanzaba más de 20 metros en algunas zonas, sólo condicionada por la suspensión que enturbiaba con tanta rapidez el agua cuando caía algún chubasco, como desaparecía en pocas horas al cesar la lluvia.

El centro de la zona y punto de entrada era una cala de media profundidad y con mucha vida, incluyendo entre sus pobladores una ingente cantidad de turistas y embarcaciones que complicaban por momentos la actividad de los fotógrafos. A ambos lados de Cala Salada, la zona se extendía unos 500 metros hasta sendas puntas, con fondos que sobrepasaban los 15 metros a poca distancia de la pared acantilada. En el sector norte, había una pequeña isla en cuya parte exterior la caída del fondo se iba con rapidez pegado a la costa más allá de los 25 metros, donde quienes estuviesen dispuestos a bajar podrían encontrar especies que no había a menos fondo.
En esas condiciones, el equipo gallego centró sus trabajos en la parte más próxima a la cala, tratando de encontrar todas las especies a la menor profundidad y distancia que fuesen posibles. El elevadísimo número de especies que se vio en el reconocimiento –¡más de 80 diferentes! - obligaba a plantear un campeonato en el que se contaría con apenas 5 minutos para cada una, por lo que todo desplazamiento, y casi cada bajada, deberían permitir conseguir una imagen válida. Así, aunque se exploró en fondos de más de 20 metros, el grueso del equipo gallego consideró más rentable plantear la competición en menos fondo, dejando las más profundas reservadas a los especialistas y confiando en que un mayor ritmo pudiese suplir esas carencias.
Como es habitual, durante los días previos las largas sesiones de reconocimiento en el agua se alternaron con distendidas charlas y cenas con el resto de los competidores, prolongando el excelente ambiente que tradicionalmente ha imperado en los campeonatos de esta modalidad. Esto no es óbice para que los competidores mantengan un continuo juego de insinuaciones y medias verdades sobre qué y dónde han visto las diferentes especies, y precisamente es uno de los alicientes para que nadie falte a estas siempre divertidas reuniones.
El día de la prueba, con un tiempo y un mar casi perfectos y tras una navegación de 30 minutos desde San Antonio, a las 9 de la mañana se dio inicio a las 5 horas de competición. Los deportistas se dirigieron velozmente hasta aquellos puntos que creían más interesantes, produciéndose concentraciones allí donde se encontraban algunos de los especímenes más raros que se habían localizado en los días previos: valga de ejemplo que un pequeño alevín de falso abadejo –Epinephelus costae-, de apenas 5cm y que se encontraba en una piedra aislada en medio de la cala, ¡fue presentado en las colecciones de más de la mitad de los competidores! La mañana prosiguió con un frenético ir y venir en busca de todas las especies vistas en días anteriores, y que hizo que el tiempo transcurriese mucho más rápido de lo que a todos los deportistas les gustaría.
 A las dos de la tarde se dio por finalizada la prueba. Al subir a la embarcación y durante el trayecto hasta el puerto, los comentarios sobre las especies que no se habían localizado, las fotos cortadas que no valdrían para presentar y los olvidos que se había producido copaban las conversaciones.
Y tras una bien merecida paella, llegó el momento de la selección de imágenes. Otras 4 horas que también son competición, donde se debe tratar de poner en valor las fotografías que se hayan realizado, presentando al jurado las mejores. Nuevamente el tiempo se acaba por echar encima, y las prisas por meter en el programa selector las respectivas colecciones llevan a apuros y errores según se acercan las 20h, hora límite para la entrega de la colección. Tras esto, una cena rápida y a dormir tras un duro día.

El sábado por la mañana se celebra la reunión del jurado y el biólogo, quienes tuvieron que afrontar el visionado de las 1.460 fotos presentadas, y puntuar la mitad de ellas. A media tarde, con la entrega de puntuaciones provisionales donde se indican las fotos descalificadas y se ve por dónde van los resultados, empiezan a aclararse las posiciones, que serán confirmadas en la entrega de premios posterior: primero Joan Sans, de Baleares, acompañado en tercera posición por su compañero Joan Cardona y con el catalán Xavi Salvador segundo. Completan los 5 primeros puestos que dan derecho a plaza adicional el también catalán Óscar Sagué el 4º, y nuestro compañero Luigi Martínez con una quinta plaza, seguido muy de cerca por Héctor Costa en sexta posición. En chicas, la debutante Margot Bosch se llevó para Cataluña el triunfo con una excelente colección en la que destacaba la que sería mejor foto del campeonato, con un jurel Caranx crysos sobre una medusa, seguida de la balear María Arcos y de nuestra compañera de club Cristina Varela.
La foto más original del campeonato, que se llevó una merecidísima ovación en el visionado, fue para Fernando Quintela, quien con una impresionante imagen de un lagarto (Synodus saurus) tragándose una oblada se trajo para el Sotavento este reconocimiento, no sin lamentar que por un error en la selección no la había presentado al jurado.
Los enfados por las descalificaciones y las bajas puntuaciones se sobrellevaron mejor con la cena de clausura, preámbulo de la fiesta que los más animosos prolongaron hasta la madrugada.
Y con todo el cansancio y las buenas sensaciones de esos días, el domingo se inició la siempre fatigosa vuelta a casa. 


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