El pasado domingo día 26 de Agosto se celebró el campeonato
Virxe Peregrina que llegaba este año a su XX edición. Una vez más se celebraba
en la Playa de A Barrosa, en San Vicente, zona de pesca accesible para todos
los niveles y que hace a los más experimentados tener que luchar por conseguir
las codiciadas capturas.
El día amanecía soleado y con el mar en calma. La previsión era buena, sin
viento ni mar de fondo. Según los comentarios de algunos deportistas que
estuvieron pescando por la zona en días previos, se contaba con el agua oscura
y fría.
Comenzaba la inscripción a las 8:15 en el aparcamiento del paseo de madera
una vez la valla que corta el acceso al mismo fue abierta. La participación de
este año no fue tan alta como en años anteriores. Lo que llamó la atención este
año, fue, aparte de la gran afluencia de competidores de toda la geografía
gallega, la llegada de varios deportistas de Asturias y Madrid, lo que hace mas
grande, si cabe este campeonato.
A las 9:15
se daba la salida. Los competidores se dirigieron en su gran mayoría hacia la
zona de la Redonda, otros hacia Lobeiras, y algunos probaron suerte entre ambas
zonas. La prueba tendría una duración de cuatro horas y como es costumbre la
salida es de infantería, haciendo muy espectacular y vistosa la salida de las
casi 40 boyas al mismo tiempo. Finalmente, el agua no estaba tan oscura como
contaban, incluso estaba bastante cristalina por zonas. Eso sí, la temperatura
de la misma estaba por debajo de los 13º, lo que haría que el pescado
escaseara.
Cuando ya casi había finalizado el tiempo y como
no podía ser de otra manera, conociendo a los pescadores, algunos de ellos tuvo
que apurar para llegar la playa dentro del tiempo establecido y hacer entrega
de los sacos con las capturas. A las 13:30 llegaría el vehículo Isotermo de la Fundación
Amigos de Galicia que recogería el pescado y lo desplazaría a Pontevedra para su
pesada.
A las 16:30h comenzaba el pesaje en la Plaza de la Verdura, en Pontevedra. Las
capturas eran escasas, y mucho del pescado entregado no llegaría a la talla mínima
para puntuar. A pesar de todo, se veían piezas bonitas, alguna lubina, peces
ballesta, pintos de buen porte...
Finalizado el pesaje se podía observar que en general las capturas fueron
muy escasas y sólo 3 de los casi 40 participantes consiguieron 5 o más
capturas. El pódium quedaría compuesto por 2 participantes del Club Sotavento y
uno del Club Bazán de Ferrol.
En tercer lugar José Diaz Fiaño con 4 piezas válidas y 12.500 puntos.
El segundo puesto sería para Elías Villar con 6 piezas válidas entre lábridos
y sargos haciendo un total de 15.320 puntos.
El ganador del evento, al igual que en la edición pasada, fue Daniel Otero
con 6 capturas válidas, de tres especies distintas, lábridos, sargos y unos muy
buenos ballestas. Una muy buena pesca que le daría el primer puesto con 16.110
puntos.
El trofeo a la pieza mayor se lo llevaría David López también del Club Sotavento, con una hermosa lubina de más de 2,5kg.
Tras el pesaje, se hizo la entrega de trofeos, a la que nos acompañó, como
suele ser habitual en esta cita, la Concejala de Deportes del Ayuntamiento de
Pontevedra, Anxos Riveiro, haciendo entrega de los mismos a los deportistas
ganadores.
Una vez finalizado la entrega de trofeos, se procedió al sorteo de material
que como todos los años consigue que todos los participantes se lleven algún detalle
de este campeonato para casa para a continuación ir a un local de la Plaza para
disfrutar de un pincho y aprovechar para contar las batallitas de la jornada.
Desde el Club Sotavento queremos reiterar nuestro agradecimiento al Concello
de Pontevedra y en especial a Anxos Riveiro y al Servicio Municipal de Deportes
ya que sin ellos esta prueba no podría llevarse a cabo
También queremos agradecer la colaboración de todo el equipo del Club que
hace posible que año tras año se realice esta competición. Agradecer un año más
a José Gonbel, a Xosé André, que con sus embarcaciones, hicieron que esta
prueba transcurriera de la forma más segura posible. Gracias a las tiendas
Náutica Calviño, Náutica Maquieira y Omar por la colaboración durante todo el
año con el Club y con Terra dos Mares, Náutica Medusa, Cressi y Picasso por su
colaboración con este XX campeonato Virxe Peregrina.
En contra de lo que mucha gente cree, los submarinos
alemanes no estuvieron a punto de ganar la guerra. Es cierto que en la Primera
Guerra Mundial casi obligaron a Inglaterra a rendirse, provocando así la
intervención de Estados Unidos, que decantaría la guerra. Sin embargo, en la
Segunda Guerra Mundial, pese a las abrumadoras y dolorosas cifras de barcos
hundidos, los sumergibles germanos no llegaron a poner en aprietos a los
Aliados, siendo más una molestia que una amenaza.
El motivo de la anterior afirmación es que los Aliados en
seguida se dieron cuenta del potencial de los submarinos y empezaron a
desarrollar medidas para acabar con ellos. Alemania se durmió en los laureles y
no supo anticipar la evolución de la guerra bajo el mar y, cuando quiso
reaccionar ya fue tarde. Durante 1939, 1940 y 1941 los sumergibles teutones
eran escasos, y parecían invencibles. En 1942 su número y sus éxitos
aumentaron, dando la impresión de que podrían ganar la guerra, pero en 1943 ya
quedó claro que habían pasado de cazadores a presas. Se considera a Mayo de
1943, llamado el Mayo Negro, como el
punto de inflexión. A partir de ahí, las nuevas estrategias, unidades
antisubmarinas (marítimas y aéreas), armas, radares y descifrado de los
mensajes alemanes secretos machacaron a los germanos. En total, fueron hundidos
805 sumergibles, falleciendo unos 27.000 tripulantes.
Uno de tantos submarinos fue el U966, unidad del Tipo VIIc, ya anticuado, que zarpó hacia su
primera misión con una tripulación novata y al mando de un comandante de sólo 25
años. Con tales datos, bien se adivina su final. A los pocos días de dejar el
puerto sufrió el ataque de unos destructores con cargas de profundidad, que le
averiaron la radio, impidiéndoles emitir mensaje alguno, lo que provocó que en
Alemania se le diese por desparecido al no saberse nada de él. El U966 no logró encontrar ningún mercante
al que atacar pues, aunque localizó un convoy aliado, la fuerte escolta le hizo
desistir. Regresaba ya a su base en la Francia ocupada cuando un avión lo
localizó a las 4 de la mañana (gracias al radar) y lo bombardeó provocándole
serios daños. Era el principio del fin, pues los aviones aliados se comunicaron
entre ellos y se fueron relevando para continuar los ataques al sumergible. Por
su parte, los germanos hicieron lo único lógico que podían hacer, acercarse a
la tierra más cercana para tratar de salvarse.
