11 septiembre 2018

YAGO ABILLEIRA EN EL SUBMARINO DE ESTACA DE BARES

Hace poco saltó en la prensa que nuestro socio Yago Abilleira había formado parte del grupo que volvió a bucear en los restos de este sumergible de la Segunda Guerra Mundial, cuya historia pasamos a relatar.
En contra de lo que mucha gente cree, los submarinos alemanes no estuvieron a punto de ganar la guerra. Es cierto que en la Primera Guerra Mundial casi obligaron a Inglaterra a rendirse, provocando así la intervención de Estados Unidos, que decantaría la guerra. Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial, pese a las abrumadoras y dolorosas cifras de barcos hundidos, los sumergibles germanos no llegaron a poner en aprietos a los Aliados, siendo más una molestia que una amenaza.
El motivo de la anterior afirmación es que los Aliados en seguida se dieron cuenta del potencial de los submarinos y empezaron a desarrollar medidas para acabar con ellos. Alemania se durmió en los laureles y no supo anticipar la evolución de la guerra bajo el mar y, cuando quiso reaccionar ya fue tarde. Durante 1939, 1940 y 1941 los sumergibles teutones eran escasos, y parecían invencibles. En 1942 su número y sus éxitos aumentaron, dando la impresión de que podrían ganar la guerra, pero en 1943 ya quedó claro que habían pasado de cazadores a presas. Se considera a Mayo de 1943, llamado el Mayo Negro, como el punto de inflexión. A partir de ahí, las nuevas estrategias, unidades antisubmarinas (marítimas y aéreas), armas, radares y descifrado de los mensajes alemanes secretos machacaron a los germanos. En total, fueron hundidos 805 sumergibles, falleciendo unos 27.000 tripulantes.
Foto: Eduardo Losada
Uno de tantos submarinos fue el U966, unidad del Tipo VIIc, ya anticuado, que zarpó hacia su primera misión con una tripulación novata y al mando de un comandante de sólo 25 años. Con tales datos, bien se adivina su final. A los pocos días de dejar el puerto sufrió el ataque de unos destructores con cargas de profundidad, que le averiaron la radio, impidiéndoles emitir mensaje alguno, lo que provocó que en Alemania se le diese por desparecido al no saberse nada de él. El U966 no logró encontrar ningún mercante al que atacar pues, aunque localizó un convoy aliado, la fuerte escolta le hizo desistir. Regresaba ya a su base en la Francia ocupada cuando un avión lo localizó a las 4 de la mañana (gracias al radar) y lo bombardeó provocándole serios daños. Era el principio del fin, pues los aviones aliados se comunicaron entre ellos y se fueron relevando para continuar los ataques al sumergible. Por su parte, los germanos hicieron lo único lógico que podían hacer, acercarse a la tierra más cercana para tratar de salvarse.
Hacia el mediodía del 10 de Noviembre de 1943 el U966 fue hundido por su propia tripulación cerca de Estaca de Bares. Presas del pánico, confundieron a un viejo buque de la Armada Española con un destructor inglés y decidieron acabar allí mismo con su sumergible, pese a lo inhóspito de la costa. Dos tripulantes se hundieron con su buque (quizás ya estuviesen muertos por los ataques previos) y otros cinco perecieron en el mar, siendo recuperados sus cuerpos y enterrados en el cementerio más cercano, aunque actualmente reposan en el Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste (Extremadura).
Foto: Eduardo Losada
El submarino fue desguazado en el fondo del mar allá por 1961. Sus restos están muy esparcidos en área que va desde los 25 metros de profundidad hasta casi 4. No hay grandes piezas, si no pequeños trozos irreconocibles. Pese a todo, se le considera Buque de Estado alemán. Está prohibido extraer cualquier resto. Para bucear en él, se recomienda avisar con antelación a la Armada Española, que es la encargada de su vigilancia.

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