Hace poco saltó en la
prensa que nuestro socio Yago Abilleira había formado parte del grupo que
volvió a bucear en los restos de este sumergible de la Segunda Guerra Mundial,
cuya historia pasamos a relatar.
En contra de lo que mucha gente cree, los submarinos
alemanes no estuvieron a punto de ganar la guerra. Es cierto que en la Primera
Guerra Mundial casi obligaron a Inglaterra a rendirse, provocando así la
intervención de Estados Unidos, que decantaría la guerra. Sin embargo, en la
Segunda Guerra Mundial, pese a las abrumadoras y dolorosas cifras de barcos
hundidos, los sumergibles germanos no llegaron a poner en aprietos a los
Aliados, siendo más una molestia que una amenaza.
El motivo de la anterior afirmación es que los Aliados en
seguida se dieron cuenta del potencial de los submarinos y empezaron a
desarrollar medidas para acabar con ellos. Alemania se durmió en los laureles y
no supo anticipar la evolución de la guerra bajo el mar y, cuando quiso
reaccionar ya fue tarde. Durante 1939, 1940 y 1941 los sumergibles teutones
eran escasos, y parecían invencibles. En 1942 su número y sus éxitos
aumentaron, dando la impresión de que podrían ganar la guerra, pero en 1943 ya
quedó claro que habían pasado de cazadores a presas. Se considera a Mayo de
1943, llamado el Mayo Negro, como el
punto de inflexión. A partir de ahí, las nuevas estrategias, unidades
antisubmarinas (marítimas y aéreas), armas, radares y descifrado de los
mensajes alemanes secretos machacaron a los germanos. En total, fueron hundidos
805 sumergibles, falleciendo unos 27.000 tripulantes.
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Foto: Eduardo Losada |
Uno de tantos submarinos fue el U966, unidad del Tipo VIIc, ya anticuado, que zarpó hacia su
primera misión con una tripulación novata y al mando de un comandante de sólo 25
años. Con tales datos, bien se adivina su final. A los pocos días de dejar el
puerto sufrió el ataque de unos destructores con cargas de profundidad, que le
averiaron la radio, impidiéndoles emitir mensaje alguno, lo que provocó que en
Alemania se le diese por desparecido al no saberse nada de él. El U966 no logró encontrar ningún mercante
al que atacar pues, aunque localizó un convoy aliado, la fuerte escolta le hizo
desistir. Regresaba ya a su base en la Francia ocupada cuando un avión lo
localizó a las 4 de la mañana (gracias al radar) y lo bombardeó provocándole
serios daños. Era el principio del fin, pues los aviones aliados se comunicaron
entre ellos y se fueron relevando para continuar los ataques al sumergible. Por
su parte, los germanos hicieron lo único lógico que podían hacer, acercarse a
la tierra más cercana para tratar de salvarse.
Hacia el mediodía del 10 de Noviembre de 1943 el U966 fue hundido por su propia
tripulación cerca de Estaca de Bares. Presas del pánico, confundieron a un
viejo buque de la Armada Española con un destructor inglés y decidieron acabar
allí mismo con su sumergible, pese a lo inhóspito de la costa. Dos tripulantes
se hundieron con su buque (quizás ya estuviesen muertos por los ataques
previos) y otros cinco perecieron en el mar, siendo recuperados sus cuerpos y
enterrados en el cementerio más cercano, aunque actualmente reposan en el
Cementerio Alemán de Cuacos de Yuste (Extremadura).
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Foto: Eduardo Losada |
El submarino fue desguazado en el fondo del mar allá por
1961. Sus restos están muy esparcidos en área que va desde los 25 metros de
profundidad hasta casi 4. No hay grandes piezas, si no pequeños trozos
irreconocibles. Pese a todo, se le considera Buque de Estado alemán. Está
prohibido extraer cualquier resto. Para bucear en él, se recomienda avisar con
antelación a la Armada Española, que es la encargada de su vigilancia.
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